Cientos marchan en la CDMX para exigir justicia por el asesinato de Mara

*Una marcha para exigir justicia por la muerte de Mara Fernanda  Castilla, estudiante de Puebla que…

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CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Una marcha para exigir justicia por la muerte de Mara Fernanda  Castilla, estudiante de Puebla que fue violada y asesinada por un conductor del servicio privado de Cabify, convocó a cientos de mujeres y hombres de todas las edades.

Estudiantes, académicas, organizaciones sociales, legisladoras y ciudadanos se dieron cita en las inmediaciones de la Catedral Metropolitana para rechazar los feminicidios en el país y la incapacidad de las autoridades para frenar la violencia de género.

A las 12:40, los contingentes feministas al frente y los mixtos atrás partieron rumbo a la sede de la Procuraduría General de la República (PGR) ubicada sobre el Paseo de la Reforma.

“Mara te fallamos, ya estás muerta”, “Todos tenemos derecho a vivir”, “No fue la hora, no fue el lugar: fue un feminicidio”, decían las pancartas que mostraban los inconformes.

Los colectivos, en su gran mayoría conformados por mujeres, avanzaron sobre la calle Cinco de Mayo mientras los gritos y cantos de los manifestantes resonaban en las paredes de los edificios históricos.

“No somos todas, hermanas, nos faltan muchas mujeres. Este gobierno corrupto nos quiere desaparecer. Levanta la voz, hermana, gritemos justicia juntas”, expresaron.

El contingente continuó por Eje Central, avenida Juárez  y luego sobre el carril derecho del Paseo de la Reforma.

En el trayecto hubo enfrentamientos verbales entre colectivos de mujeres que lanzaron improperios a los hombres que trataban de unirse a las filas principales. “Hombres atrás, hombres atrás”. A lo que los varones daban la vuelta sin responder.

A las 14 horas el primer grupo llegó a la PGR que los recibió con las puertas cerradas y una hilera de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina resguardando el edificio. Los grupos restantes, los de los últimos colectivos, aún caminaban por la Glorieta de Colón.

Al llegar a la Procuraduría las consignas se intensificaron: “Justicia para todas las mujeres. Justicia para todas las desaparecidas. Justicia para Mara”.

Otras jóvenes semidesnudas, con flores color violeta, también se enfilaron a las puertas de la PGR y otras más, con los rostros cubiertos, realizaron pintas y colocaron mantas.

Finalmente los inconformes pidieron la renuncia del gobernador de Puebla, Antonio Gali y la salida del procurador Raúl Cervantes “por incapacidad”.

Mientras tanto, el grito de justicia continuó afuera de la PGR: “Ni una más. Justicia para Mara”.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 66.1% de las mujeres mexicanas han padecido por lo menos un hecho violento en su vida.

Y del año 2000 a 2015 se cometieron 28 mil asesinatos violentos contra mujeres.

María Salguero, la autora del mapa interactivo de feminicidios de Google y quien también participó en la marcha, dijo que ha registrado 83 asesinatos de mujeres en la Ciudad  de México en su plataforma.

Testimonios de víctimas de violencia

Antes de iniciar la marcha, poco antes de las 12 horas, un grupo de mujeres que se concentraron a los costados de la Catedral Metropolitana, se aclaró la garganta y a voz alzada empezó a hablar:

“A los ocho años mi hermano que era ya mayor me violó y cuando le conté a mi mamá, me obligó a pedirle perdón. A mis 21 años trato de vivir con esas secuelas. Estoy herida y estoy furiosa”, dijo una joven.

Otra expresó:

“A las 12 de la noche iba saliendo del Metro Iztacalco cuando escuché un grito de terror de un par de mujeres que estaban siendo atacadas por un macho. Le grité ‘¡déjalas!’. El macho volteó, sacó una pistola y lanzó dos disparos al aire. Corrimos aterradas. Esa noche nos salvamos, pero a lo mejor mañana no. Estoy herida y estoy furiosa”.

Una más comentó:

“Una tarde salí de la universidad y tomé un taxi. A mitad de camino el cabrón que iba conduciendo me propuso que si le daba un beso no le tenía que pagar nada. Estaba aterrada, temí que en cualquier momento se desviara del camino. Cuando le dije que me bajara, me pidió mi teléfono e insistió en que lo besara. Le di un número falso y me bajé. Me salvé en esa ocasión. Estoy herida y estoy furiosa”.

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