Las partes del cuerpo que revelan que estás tomando demasiada sal

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El consumo de sal suele superar los 5/g al día, cantidad máxima recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España consumimos casi el doble de la cantidad recomendada, 9,7 gramos de sal a diario según el Libro Blanco de la Nutrición.

Un problema del que aún no hemos librado y que sigue preocupando mucho a las autoridades sanitarias porque aunque se acordó reducir el consumo mundial de sal en un 30 por ciento para el 2025, “la pandemia por Covid19 ha empeorado la situación al crear nuevos desafíos para la prevención y control de los factores de riesgo debido a los confinamientos y cambios significativos en los estilos de vida, incluyendo un aumento en el consumo de productos no saludables”, explica la Organización Panamericana de la Salud (PAHO, por su siglas en inglés).

En este sentido, la organización recuerda que “aunque el consumo habitual de sal en exceso puede parecer inofensivo, se asocia a diversos riesgos para la salud que causan cada año millones de muertes prematuras. El más frecuente es la hipertensión arterial, responsable por sí sola de unas 9,4 millones de muertes al año”,

Una cantidad excesiva de sal en la dieta causa aproximadamente el 10 por ciento de las enfermedades cardiovasculares y se ha vinculado con el cáncer de estomago, empeoramiento de asma, osteoporosis, cálculos renales y obesidad, ya que los alimentos salados causan sed, la que se quita consumiendo bebidas con un alto contenido de azúcar.

En efecto, la ingesta excesiva de sodio puede hacer que sintamos más sed y, a su vez, que retengamos líquidos en exceso, al dificultar el trabajo de los riñones. Además, las personas que consumen muchos alimentos con sodio desarrollan una especie de resistencia. Alguien que ha perdido su sensibilidad a la sal aumenta constantemente su consumo diario y se quedan atrapados en un círculo vicioso ya que prácticamente vacían al salero para darle sabor a sus comidas.

Por suerte, hay algunas señales de nuestro cuerpo que nos avisan de que nos estamos excediendo. La más clara es la presencia de hinchazón en las manos, los pies, los brazos, las piernas o el rostro.

Y es que el exceso de sodio puede ocasionar la aparición de edemas (retención de líquidos) en el cuerpo. Podemos notarlo en zonas específicas como los ojos, la tripa y los tobillos.

Cuando te despiertes por la mañana, puedes encontrarte con que el área alrededor de los ojos y las mejillas está inflamada. Un mayor consumo de sal el día anterior puede ser la razón de esto. El exceso de sal provoca que el líquido se retenga entre las células y los tejidos, literalmente, se hinchan.

Ese exceso de líquidos en los tejidos del cuerpo se manifiesta, como señalábamos antes, con la aparición de edemas en otras partes del cuerpo como alrededor de los dedos de las manos o en los tobillos, que van inflandose a lo largo del día debido a la acumulación.. Por eso se considera que el edema es un síntoma de una condición de salud subyacente o un signo de que se está consumiendo demasiada sal.

Por último, tener la presión arterial altacálculos renalesúlceras estomacalescalambres muscularescansancioosteoporosiscáncer de estómago, dificultad para respirarnáuseasvómitopiel secaconfusión y pérdida del apetito son otras de las señales que pueden indicar que se tiene exceso de sal en el cuerpo.

Cuidado porque con todo lo expuesto no queremos decir que se tenga que condenar el consumo de sodio, sino reducir su consumo. Una vez más recordamos que la sal es necesaria para el bienestar del organismo, pero, si te excedes de los límites de consumo regulado, puedes sufrir graves consecuencias.

Ten en cuenta que la mayor cantidad de sal presente en nuestra dieta proviene de los productos procesados, por lo que limitar su consumo es la mejor estrategia para reducir la sal en nuestra alimentación. Por eso, las nuevas y revisadas metas para la reducción de la sal 2022-2025 se enfocan en disminuir el contenido de sodio en los alimentos procesados consumidos frecuentemente como pan, cereales y granos, carnes procesadas y productos lácteos.

Mientras tanto como es prácticamente imposible evitar incluir en tu cesta de la compra algunos productos procesados, al menos acostúmbrate a leer la información nutricional de cada producto para saber lo que estás consumiendo y poder así descartar los más ricos en sal y nivelar la ingesta de sal en tus alimentos combinándolos con algunas frutas y verduras. De esta manera la dieta será más equilibrada y balanceada.

“Ten en cuenta que los ingredientes se colocan en la lista en orden descendente de cantidad. Es decir, cuanto antes aparezca la palabra sal en la lista de ingredientes, mayor proporción contiene. Por ello, es aconsejable escoger los productos en los que la sal esté hacia el final de la lista”, explica la Fundación Española del Corazón (FEC), que enumera los alimentos más ricos en sal, organizados de mayor a menor contenido: pastillas de caldo, sopas comerciales, bacalao salado, tocino de cerdo, caviar, pizza, tocineta, precocinados (croquetas, empanadas…), queso azul, salsa de tomate, jamón serrano, aceitunas, jamón cocido, queso manchego, patatas fritas comerciales, frutos secos y los embutidos.

“Los alimentos frescos suelen tener una concentración de sal mucho más baja que los preelaborados o precocinados”, añaden.

También hay que prestar atención a la lista de ingredientes de los fármacos, pues algunos de ellos tienen un alto contenido de sodio, la entidad explica que especialmente aquellos con una presentación efervescente.

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