Prevé experto que aumenten enfermedades mentales en la nueva normalidad

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La salida del aislamiento y el regreso a las actividades económicas y sociales tiene que hacerse de forma responsable y quienes puedan quedarse en casa deben hacerlo, señala el neurosiquiatra Jesús Ramírez Bermúdez, quien prevé un aumento en trastornos de salud mental, como la depresión, debido a la pandemia de Covid-19 y el regreso a la nueva normalidad.

Ramírez Bermúdez (Ciudad de México, 1973) habla con La Jornada acerca de su nuevo libro Depresión: la noche más oscura. Una mirada científica, que publica Debate, en el que aborda desde los orígenes del término, su inclusión en los libros médicos y sus causas, desde aspectos sociales, económicos, familiares, el abuso y el abandono, entre otros.

“Trato de reunir en este libro conocimientos que nos permitan tener una visión práctica y sensata en torno a esto. No es un libro de autoayuda, en ningún sentido, porque no me interesa dar consejos para resolver la vida a las personas, eso no se puede hacer, porque es un proceso íntimo, delicado de orden sicoterapéutico, y también cada individuo tiene sus caminos para lidiar con esto.

Traté de reunir conocimientos científicos en torno a cómo se genera este problema sobre todo para lidiar con un tema ideológico muy fuerte. Hay personas que creen que esto es un dilema estrictamente sicológico, emocional o de orden social; otras personas creen que es un problema médico que se atiende sólo con medicamentos y que tiene que ver con un asunto químico, genético. En el libro he tratado de reunir esas piezas de información.

–¿México está preparado para atender el problema?

–Esto es parte de las consecuencias de este conocimiento científico. Por supuesto se tiene que atender a escala individual, con sicoterapia, ejercicio, las herramientas que nos dan las artes y la cultura, y cuando se requiera un medicamento hay que usarlo sin miedo y sin estigma, pero con buen juicio clínico, sin medicar excesivamente.

“Por otra parte, además del nivel individual, tenemos los grandes problemas de pobreza, violencia, inequidad. Están ahí, no se van a resolver las cuestiones de salud mental a menos que también atendamos esas causas o esas determinantes sociales. Pienso que se requiere un enfoque de salud pública, por una parte y, por otra, mucha solidaridad social.

También es cierto que nuestro sistema de salud no cuenta con los recursos humanos necesarios; por ejemplo. la mayor parte de los casos de depresión son leves y pueden salir adelante con sicoterapia, pero nuestro sistema sanitario no cuenta ni de lejos con los recursos humanos que se requieren para enfrentar ese problema, y con la pandemia se habla de las famosas olas.

La primera ola se refiere al impacto del virus en el cuerpo, las que siguen tienen que ver con las consecuencias en la salud mental, económicas y demás, y se requiere no sólo el enfoque médico, sino un punto de vista de salud sicológica más integral y recursos humanos para lidiar con esto, y lo que decíamos, una cultura del cuidado mutuo, de solidaridad. Todo eso es parte del problema, añade el autor de Breve diccionario clínico del alma.

–¿Qué prevé desde la parte médica? ¿Qué se viene en esta cuarta ola?

–En primer lugar están quienes sobrevivieron directamente a la enfermedad; algunos tienen problemas de salud mental por estrés postraumático; por ejemplo, vivencias muy traumáticas en la terapia intensiva, donde tuvieron problemas de oxigenación, que fueron intubados y ahora tienen pesadillas.

“Están los familiares de víctimas de la enfermedad, quienes perdieron a alguien. Muchos tienen procesos de duelo muy complicados porque no pudieron despedirse de sus seres queridos.

“Luego está el personal de salud, que también tiene niveles altísimos de crisis de pánico y trastornos del sueño, estrés postraumático, trastornos por estrés agudo.

“Y tenemos todas esas capas de la sociedad que afortunadamente no vivieron en forma directa el problema, pero sí el confinamiento con pérdidas de libertad, económicas, la amenaza constante, toda esta numeralia de la muerte que ha estado sucediendo y que no se puede evitar.

También ha habido ciertas consecuencias positivas, yo diría, no sólo una toma de conciencia en torno a la dimensión colectiva del problema, algunos beneficios inesperados con relación al medio ambiente, una recuperación de ciertas cuestiones relacionadas con los cuidados colectivos y cosas que podíamos hacer cuando estábamos en confinamiento. Pero en sí, creo que habrá muchos de estos problemas en las siguientes olas de la pandemia, que requieren ese enfoque de salud pública y en colectivo.

–¿Los problemas de salud mental podrían convertirse en un problema mayor de salud pública una vez que salgamos de todo esto?

–Indudablemente será un problema que vamos a ver los que estamos en la parte clínica, y que van a sufrir muchas familias e individuos, aunque creo que no se le va a dar la misma visibilidad que a lo demás.

“Por desgracia, no tenemos esa cultura de cuidado de la salud mental. Se habla mucho del tema gracias a personas dentro del campo del periodismo, a médicos y científicos que también se preocupan por comunicar, pero no va a tener la misma visibilidad. Por desgracia será una vivencia que otra vez llevarán a cabo las familias y los seres queridos de quienes tengan estos problemas.

“No quiero ser pesimista, pero seguimos viendo cómo los problemas de salud mental no han tenido el presupuesto adecuado por décadas no sólo en nuestro país –no quiero que parezca un discurso orientado políticamente–, es algo que ocurre en el mundo. Siempre se ha dedicado una parte muy pequeña del pastel a la salud mental.”

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