‘¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!’: en este pueblo desentierran a sus seres queridos para limpiar los huesos

En Campeche hay una comunidad que celebra el Día de Muertos de una manera peculiar: limpian los huesos de los muertos y les bordan manteles. Te contamos a detalle.
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Existe un lugar en Campeche en donde la gente exhuma los restos de sus difuntos para limpiar los huesos como parte de la festividad del Día de Muertos.

En el pueblo llamado Pomuchque significa ‘ahí donde tuestan los sapos’, se acostumbra la ‘limpia de huesos’: un ritual ancestral maya que muestra la relación entre los vivos y quienes ya no habitan en el plano terrenal.

A esta comunidad le gusta tener un contacto más cercano con los muertos, contrario a los entierros comunes, tal como expresaría el poeta chiapaneco Jaime Sabines:

¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.

El ritual consiste en limpiar las osamentas de los seres queridos. Al pasar tres años de fallecidos, los familiares exhuman los cuerpos, los limpian y los ponen en una caja de madera envueltos en manteles bordados.

Las cajas son abiertas durante los ‘siglos del maíz’, esto ocurre cada seis meses. En este periodo los familiares de los difuntos cambian los manteles con bordados multicolor como una ofrenda.

“Es la veneración, el cariño hacia nuestros parientes”, dijo un poblador a El País en 2015. Mientras que María Esther señaló que: “a algunos no les gusta, sienten feo. Pero yo lo hacía con mi mamá y ahora lo hago con gusto”.

Esta práctica mística tiene algo peculiar: un camino de velas que comienza en la iglesia del pueblo y llega hasta el panteón. Aunque las velas son esenciales para cualquier ofrenda en esta época, aquí se guía a los ‘fieles difuntos’ en un recorrido largo.

Además, los pobladores se suman a esta guía pintando sus casas de blanco o poniéndoles cal para formar un ‘camino de luz’.

Para llegar a este pueblo al sur del país desde la CDMX hay que tomar la Carretera Campeche- Mérida Pomuch. Pomuch está a 60 kilómetros de distancia de Campeche, casi una hora.

Esta tradición es muy propia de Pomuch, pues en otra zonas colindantes, por ejemplo en Yucatán, se acostumbra el ‘Hanal Pixán’, o ‘comida de las ánimas’, una costumbre del pueblo maya que se lleva a cabo para recordar a los difuntos.

En la región se cree que del 31 de octubre al 2 de noviembre las ánimas “reciben permiso” para visitar a sus familiares.

El primer día se dedica a los niños y le llaman ‘U Hanal Palal’. El segundo día, 1 de noviembre, está dedicado a los adultos muertos y le llaman ‘U Hanal Nucuch Uinicoob’, y el tercer día es el ‘ U Hanal Pixanoob’ o misa pixán, porque se hace una misa dedicada a las ánimas, por lo general en el cementerio de la población.

Esta tradición incluye varios ritos, pero el principal consiste en poner una mesa que funciona como altar, alumbrada con velas de cera, debajo de los árboles del patio y cerca de las sepulturas de los familiares, donde se coloca comida típica de la temporada.

La comida típica es: atole, pibes o mucbipollos, jícamas, mandarinas, naranjas, xec (mezcla hecha con naranja, mandarina, jícama y otras frutas, así como chile molido), dulce de papaya, coco y pepita, tamales de x’pelón, vaporcitos, balché (bebida embriagante que se hace con la corteza de un árbol que se llama así), entre otras.

Todo eso adornado con veladoras, flores, ramas de ruda y las fotografías de las personas fallecidas.

El día de los niños difuntos el altar es decorado con un mantel bordado en tonos alegres, en el que se colocan, además de los alimentos, dulces y juguetes, y se adorna con flores de xpujuc (de tipo silvestre y color amarillo).

Una semana después, se realiza el ‘Bix’, una reunión o fiesta que se hace a los ocho días de algún acontecimiento, en la que se hace lo mismo que en la anterior pero menos elaborada.

En las noches de esos días, en las puertas de las casas y en las albarradas se encienden hileras de velas para que las almas vean su camino al venir y al retirarse de la población.

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