En las tibias aguas de la bahía, estos extraordinarios mamíferos marinos procrean y crían a sus ballenatos luego de un largo viaje de más de 10 mil km desde el Ártico.
Cada año, al comenzar el invierno, la Riviera Nayarit es testigo de un acontecimiento extraordinario: la llegada de las ballenas jorobadas que emigran a esta región después de un largo recorrido de más de 10, 000 kilómetros desde el Ártico. Es en las tibias aguas de la costa nayarita donde algunas procrean y otras crían a sus ballenatos, hasta que a finales de marzo estos son lo suficientemente fuertes para viajar de regreso al norte.
“Aquí los amamantan, los cuidan durante dos meses y cuando el ballenato está fuerte y tiene habilidades para nadar, comienzan su regreso al norte. El ballenato vive o sigue a la madre menos de un año, aprende a comer muy rápido, crece muy rápido y luego se vuelve independiente”, comenta en entrevista el Biólogo Marino Roberto Moncada, profesor del Instituto Tecnológico México Campus Bahía de Banderas (ITBB) y presidente del Grupo de Investigación de Mamíferos Marinos A.C. (GRIMMA).
En Nayarit, estos mamíferos marinos se pueden encontrar fácilmente en la Bahía de Banderas, así como en Rincón de Guayabitos y Chacala, y más al norte en San Blas, el Parque Nacional Isla Isabel y las Islas Marías.
Sin embargo ─agrega el biólogo─, podemos decir que la ballena jorobada es una especie cosmopolita, lo que significa que está en todos los mares del mundo. En el caso del Pacífico, la población se concentra principalmente en California, que es donde se alimentan, pero se extiende hasta Washington, en Estados Unidos; Canadá y un poco más al norte, hasta Alaska.
Cuando emigran al sur pesan entre 35 y 40 toneladas y traen una gran reserva de grasa, porque una vez en aguas mexicanas dedicarán toda su energía a reproducirse, y las que ya vienen preñadas a criar a sus ballenatos.
“Mientras las hembras cuidan de los recién nacidos y les enseñan a respirar, nadar, sumergirse e incluso saltar, los machos cantan en voces largas y repetitivas para cortejar a las más jóvenes y “emparejarse” si es posible”, comenta Moncada.
Población recuperada
Aunque no existen cifras precisas del número de ballenas jorobadas que llegan cada año a esta región, se calcula que la población ha aumentado en gran medida, al punto que por cada individuo que se veía en el año 2000 hoy se pueden ver cinco, de acuerdo con los datos de GRIMMA.
Por otro lado, ECOBAC (Ecología y Conservación de Ballenas) indica que la población en el Pacífico mexicano es de aproximadamente 20 mil individuos, y en un año normal en el estado de Nayarit se registran entre 300 y 500 de estos mamíferos marinos.
“La población está prácticamente recuperada”, indica el presidente de GRIMMA, esto luego de que en el siglo antepasado esta especie fue diezmada por la cacería y en el siglo pasado la cacería fue industrial, “ya no eran ‘barquitos’, ya eran barcos enormes, subían a la ballena y la aprovechaban toda. La población quedó tan diezmada que se calculaba que era de 3,000 individuos, aproximadamente, hasta que dejó de ser negocio y comenzó el programa de protección”.
Respecto al tiempo que permanecen en la región, el biólogo indica que es una de las cosas más difíciles de saber, porque no vienen a un punto en particular, sino que realizan una especie de “tour”, ya que pueden estar buscando pareja en la Isla Isabel, en las Islas Marías o en Los Cabos, y luego desplazarse hacia la Bahía de Banderas.
“Los machos, por ejemplo, si no encuentran pareja aquí se van a otra parte, ya que son nadadores muy poderosos, así que buscan hembras aquí y allá. Por otro lado, las ballenas sí son muy fieles a sus áreas de alimentación, así que casi siempre se verán a las mismas, pero en sus áreas de reproducción no son tan fieles, regularmente cambian de región y se han visto ballenas jorobadas hasta en Oaxaca y la bahía de Acapulco”.
La ballena jorobada en Bahía de Banderas
De la presencia de ballenas jorobadas en la región hay vestigios desde los siglos XVI y XVII, en la época de la Colonia, cuando la Bahía de Banderas era conocida como la Bahía del Jorobado debido a la gran cantidad de cetáceos de esta especie que la visitaban durante el invierno.
Los primeros en realizar registros de estos mamíferos marinos en la Bahía fueron los biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la década de los 70. En ese tiempo el programa era dirigido por el Dr. Aguayo, que con el tiempo pasó la estafeta al Dr. Luis Medrano. A partir del 2001 se unió el Instituto Tecnológico México Campus Bahía de Banderas y asociaciones civiles como GRIMMA.
Gracias a estos registros y a la técnica de la fotomarca, se ha logrado establecer cuantas ballenas regresan a esta zona y con qué frecuencia lo hacen. Tan solo una ha venido siete veces (una vez por año) y otras se han visto hasta tres veces.
“Las ballenas que vinieron este año no son las mismas que vinieron el año pasado o que vendrán el próximo año; el número varía porque el clima cambia y la temperatura del agua no siempre es igual. Existe una corriente, la de Urochio, que viene desde Asia y baja por Alaska, prosigue por Canadá, luego por California y llega hasta aquí con agua muy fría; esa corriente trae a las ballenas, esa es la señal. Y una vez que la corriente termina, en febrero o marzo, el agua deja de ser fría y es el aviso para que las ballenas regresen al norte. La naturaleza es como un reloj bien afinado.”, concluye el biólogo Roberto Moncada.
Riviera Nayarit mantiene su compromiso de cuidar el medio ambiente y de promover el turismo sustentable mediante el apoyo a prestadores de servicios que respetan las buenas prácticas para el avistamiento de ballenas. También es importante que el turismo local y nacional siga las recomendaciones que emiten los prestadores de servicios en sus embarcaciones. Para la observación de ballenas se están siguiendo todos los protocolos sanitarios establecidos por la Secretaría de Salud del Gobierno Federal.