*Al interior, Zuckerberg hace bien las cosas. Afuera, los inversores dudan si debe mantener su posición…
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Quizás ahora sea difícil de recordarlo, pero hace tres meses el ambiente en Facebook Inc. era de alivio. En abril, Mark Zuckerberg, presidente y director general, evadió las quejas de los legisladores durante dos días de audiencias. Fue obligado a disculparse por permitir que Cambridge Analytica, una consultora política con inclinaciones de derecha y ahora cerrada, accediera a datos de usuarios de Facebook sin su consentimiento. En el camino, sufrió leves humillaciones: sus notas fueron publicadas, se burlaron del cojín tipo sillita de bebé sobre el cual se sentó. Pero sobrevivió.
Los empleados esperaban que la tormenta acabara y que los anunciantes volvieran a Facebook. Cuando Mark fue a una sesión de preguntas y respuestas con empleados en abril, la sala estalló en aplausos. Quizás la celebración fue prematura. El 26 de julio, las acciones de Facebook sufrieron la caída más grande en un día que cualquier otra en la historia de Wall Street, perdiendo 120 mil millones de dólares, una quinta parte del valor de la compañía, tras pronosticar menor rendimiento e ingresos moderados en años próximos. En julio, Facebook dijo que descubrió un intento de esparcir ideas políticas incendiarias antes de la elección de medio término de EU, una réplica del uso de Rusia de la plataforma para interferir en los comicios de 2016. Al suceder esto, los inversores se preguntan un dogma aceptado en Silicon Valley: si Zuckerberg es la mejor opción para dirigir Facebook.
A finales de junio, Trillium Asset Management LLC pidió quitarle a Zuckerberg el cargo. Trillium culpa de los recientes escándalos a la incapacidad del consejo de vigilarlo. Sus preocupaciones reflejan las mismas de una nota de abril de Brian Wieser, analista de Pivotal Research Group: “es difícil eludir la conclusión de que hay problemas sistemáticos en la forma en que Facebook ha sido dirigida”, escribió. “Hay presión creciente para causar un cambio en la estructura gerencial de la compañía”.
En Facebook, la idea de socavar el poder de Zuckerberg es una locura. Es el inventor, principal accionista, principal vocero y el único que toma las decisiones corporativas. Los empleados, muchos de los cuales se han enriquecido desde que se unieron a Facebook, ignoran sus fallas. Es quizás por eso que lo vitorearon tras las audiencias sobre la violación masiva de datos, motivo de crítica en otras empresas.
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En su historia, su efecto al interior y la estructura dictatorial le han funcionado a Facebook. Las apuestas de Zuckerberg, como la compra por mil millones de dólares de Instagram en 2011, parecen proféticas hoy en día. Las adquisiciones menos exitosas (Oculus) y críticas de la prensa, han sido fáciles de ignorar mientras que el número de usuarios y el precio de las acciones sigan en ascenso, y lo han hecho con la venta de anuncios móviles.
Pero parece que llegó un punto de inflección. Los 2 mil 200 millones de usuarios de Facebook, que incluyen dos tercios de los humanos conectados a internet, son un negocio maduro en términos publicitarios. Hasta ahora, Zuckerberg ha hecho poco por preparar a los inversores para las obligaciones de la realidad. También ha batallado para explicar públicamente las políticas de Facebook o sus planes de mejora. Una semana antes del mal reporte trimestral, Zuckerberg tuvo una amigable entrevista con Kara Swisher del sitio de noticias tecnológicas Recode. En lugar de enfocarse en las partes brillantes y exponer su visión, defendió el valor de permitir posturas tan extremas como la negación del Holocausto en el mercado de ideas que es Facebook. “No creo que nuestra plataforma deba bajarlo, porque creo que hay cosas en las que diferentes personas se equivocan”, dijo sobre las publicaciones que afirman que el asesinato de 6 millones de judíos no sucedió. “Solo creo, así de aberrantes como son algunos de esos ejemplos, que la realidad también es que me equivoco cuando hablo públicamente. Seguro tú también”.
La ley de Godwin dice que cualquier debate prolongado en internet llevará a alguien a comparar a otro más con Hitler. Una consecuencia será que debes aclarar tus diferencias filosóficas con Hitler, como Zuckerberg lo hizo con la declaración: “Me parece muy ofensiva la negación del Holocausto, tienes un problema gerencial. Significa o que es un idiota, o lanza palabrerías a la gente”, afirma Scott Galloway, autor de ‘Four: El ADN secreto de Amazon, Apple, Facebook y Google’. “Nuestra esperanza es que de repente caiga en la cuenta que no es el adecuado para dirigir Facebook”. Galloway reconoce que hay pocas posibilidades. “Esperar que Zuckerberg entregue la dirección a un subalterno es como esperar que Mugabe decidiera que era el hombre equivocado para dirigir Zimbabue”, añadió el especialista.
Zuckerberg confía en que el plan actual es el correcto. Personas familiarizadas con el tema dicen que los empleados son receptivos. Claro, hasta ahora el statu quo les ha funcionado.
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