Dominar el arte de saber preguntar o dar instrucciones a la inteligencia artificial no solo mejoraría la interacción con la tecnología, sino que transformaría la manera de conectarnos con otros seres humanos.
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La inteligencia artificial generativa (IA) es una herramienta poderosa que puede ayudar a las personas a obtener información valiosa en cuestión de segundos. Sin embargo, para aprovechar al máximo su potencial, se debe saber cómo formular las preguntas adecuadas que le permitan generar respuestas útiles y relevantes. Esta habilidad se conoce como ingeniería rápida o de preguntas, y consiste en elegir las palabras más apropiadas para interactuar con la IA.
Pero la ingeniería rápida no solo es útil para dar instrucciones a los chatbots, sino también para comunicarnos mejor con las personas. Empleados, socios, compañeros y clientes son fuentes de información y conocimiento que ninguna IA puede reemplazar. Por eso, se debe prestar atención a cómo se inician las conversaciones, y seguir algunas pautas que nos ayuden a obtener la confianza, colaboración y feedback.
En un artículo publicado en la revista Harvard Business Review, el profesor Josh Morton ofrece seis consejos para mejorar la comunicación con los stakeholders, ya sean clientes, socios o empleados para iniciar conversaciones.
Estructurar las preguntas de la manera correcta
Evitar las preguntas cerradas que solo admiten un sí o un no, y optar por los cuestionamientos abiertos que invitan a la reflexión y al diálogo. Por ejemplo, en lugar de preguntar ¿Le gusta nuestro producto?, preguntar ¿Qué aspectos de nuestro producto le resultan más útiles y por qué?.
Utilizar sondeos reflexivos y cuidadosos
No conformarse con la primera respuesta recibida, sino que se puede profundizar en ella con preguntas de seguimiento que demuestren interés y curiosidad. Por ejemplo, si un padre de familia dice que le gustan las clases del colegio, se le puede preguntar ¿Cuál es la clase que más le gusta a sus hijos? o ¿Cómo cree que se pueden mejorar las lecciones?.
Transmitir un lenguaje empático y humilde
Reconocer el valor y la experiencia de su interlocutor, mostrar respeto y aprecio por su tiempo y opinión. Usar frases como “Me gustaría saber tu punto de vista”, “Agradezco tu honestidad” o “Entiendo tu frustración”. Evitar las críticas, los juicios o las imposiciones, y admitir los propios errores o limitaciones.
Aprovecha el humor, la diversión y las emociones
No tener miedo de usar un tono informal, divertido o emocional en las preguntas, siempre que sea apropiado y respetuoso. El humor puede romper el hielo, generar confianza y aliviar la tensión. Las emociones pueden crear conexión, empatía y motivación. Por ejemplo, se puede preguntar “¿Qué te hace feliz en tu trabajo?” o “¿Qué te hace reír cuando piensas en nuestro proyecto?”.
Reconocer los desafíos clave
No ignorar ni minimizar los problemas o dificultades que puedan surgir en la relación con el interlocutor. Al contrario, ser consciente de ellos, que se tomen en serio y buscar soluciones. Por ejemplo, puede preguntar “¿Qué obstáculos ha encontrado al usar el producto?” o “¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra colaboración?”.
Ser buen oyente
No interrumpir ni distraer al interlocutor cuando éste responda. Escuchar con atención, asentir, parafrasear o resumir lo que dice para asegurar que ha entendido bien. Darle tiempo y espacio para que se exprese libremente, sin presionarlo. Por ejemplo, puede decir “Déjame ver si te he entendido bien…” o “Tómate el tiempo que necesites, no hay prisa”.
Siguiendo estas pautas, se podría mejorar la comunicación con las personas, y obtener información y conocimiento que ninguna IA puede ofrecer. Es importante señalar que la ingeniería de preguntas no solo es una técnica, sino también una actitud. Una actitud de curiosidad, respeto y apertura que te permitirá aprender, crecer y conectar con los demás.