Más del 60% de la población mundial padece de este trastorno
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La nomofobia es el miedo o ansiedad excesiva a estar sin el celular o sin poder utilizarlo. Es un término que se utiliza para describir la dependencia emocional y la preocupación intensa que algunas personas experimentan cuando no tienen acceso a su dispositivo móvil.
De acuerdo con un estudio realizado en Buenos Aires por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad, cerca del 53% de las personas que tienen un dispositivo móvil, experimenta algún grado de intranquilidad cuando se les separa o se les prohíbe el uso de sus teléfonos.
Este dato destaca la amplia prevalencia y el impacto que la nomofobia puede tener, ya que puede afectar las relaciones interpersonales, el bienestar emocional y la productividad de quienes la padecen.
Puede manifestarse a través de síntomas como nerviosismo, agitación, incomodidad o pánico ante la falta de conexión o la imposibilidad de usar el teléfono.
Cómo identificar si una persona tiene nomofobia
Determinarlo no es algo que se pueda diagnosticar de manera definitiva sin una evaluación profesional. Sin embargo, hay algunos signos y comportamientos que podrían indicar la posible presencia de nomofobia. Estos incluyen:
– Obsesión: la persona muestra una dependencia excesiva hacia su dispositivo móvil y no puede dejar de revisarlo constantemente, incluso en situaciones inapropiadas o inconvenientes.
– Sensación constante de angustia: experimenta sentimientos de inquietud, ansiedad o malestar emocional cuando no tiene acceso a su teléfono móvil o se le prohíbe usarlo.
– Necesidad de estar conectado: la persona siente un fuerte deseo de estar siempre en línea y disponible a través de las redes sociales, aplicaciones de mensajería u otros medios digitales.
– Dificultad para desconectarse: le resulta difícil apagar o alejarse del teléfono incluso en momentos importantes, como durante conversaciones cara a cara, comidas familiares o actividades sociales.
– Interferencia en la vida diaria: el uso excesivo afecta negativamente otras áreas de la vida de la persona, como el rendimiento académico, las relaciones interpersonales, el trabajo o las responsabilidades cotidianas.
¿Es una enfermedad?
La nomofobia es considerada más como un trastorno o una condición psicológica que una enfermedad en sí misma. No está reconocida oficialmente como un trastorno en los manuales, como el Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
Es importante tener en cuenta que, aunque no sea reconocida como una enfermedad, la nomofobia puede ser tratada y gestionada de manera efectiva. Expertos en el tema pueden proporcionar estrategias y técnicas para manejar la dependencia del teléfono móvil y mejorar el bienestar emocional.
Tratamiento
Se centra en ayudar a las personas a superar su dependencia y ansiedad asociada con el uso excesivo de los dispositivos móviles. Algunas medidas comunes utilizadas en el tratamiento incluyen:
– Terapia cognitivo-conductual: se enfoca en identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos asociados con la nomofobia. Ayuda a las personas a desarrollar estrategias para manejar su ansiedad y mejorar su relación con los dispositivos móviles.
– Terapia de exposición: implica exponer gradualmente a la persona a situaciones que desencadenan su ansiedad relacionada con el uso de dispositivos móviles. El objetivo es que la persona se acostumbre y aprenda a controlar su respuesta de ansiedad.
– Terapia de grupo: participar en sesiones de grupo puede ser beneficioso, ya que permite compartir experiencias y recibir apoyo de personas que también están lidiando con la nomofobia. El grupo puede proporcionar un ambiente de apoyo y comprensión mutua.
– Establecimiento de límites y hábitos saludables: incluye establecer horarios para desconectarse de los dispositivos, fomentar actividades sociales y recreativas sin depender de los dispositivos, y establecer una rutina de sueño adecuada.
Si se observan estos comportamientos en alguien cercano, es importante abordar el tema con empatía y apoyo. Se recomienda buscar la orientación de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o terapeuta, para obtener un diagnóstico adecuado y recibir el tratamiento adecuado si es necesario.