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Cuando el Departamento de Policía de Nashville, en Texas, identificó al tirador de una escuela cristiana privada como Audrey Hale, de 28 años de edad, y que además se definía como un hombre transgénero; esto despertó algunas alarmas a los defensores de los derechos LGBT+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales y más).
En un principio, las autoridades la catalogaron como una mujer “fuertemente armada” que asesinó a seis personas en una escuela primaria donde había estudiado; aunque después se tuvo conocimiento que Hale era un hombre transgénero que usaba el pronombre “él”. La policía no proporcionó otro nombre, sino con el que se le identificó al presunto tirador al nacer.
Mientras ocurría este inusitado ataque armado, activistas y manifestantes estuvieron en las inmediaciones del Capitolio de Texas luchando contra los proyectos de ley antitransgénero que se siguen promoviendo en la entidad.
Algunos expertos como Andrea Segovia, asesora de la TENT (Red de Educación Transgénero de Texas, por sus siglas en inglés), refirió que le preocupa “cómo la oposición y las personas que son antitrans tratarán de hacer girar esto [a su favor]”, según recogen medios locales.
La preocupación de este sector poblacional versa en mensajes de odio a la comunidad transgénero, como el que refirió la congresista del Partido Republicano, Marjorie Taylor Green, quien escribió:
“¿Cuántas hormonas como la testosterona y los medicamentos para la enfermedad mental estaba tomando el tirador transgénero de la escuela de Nashville? Todo el mundo puede dejar de culpar a las armas ahora”, dijo Taylor Green, en su intento por seguir promoviendo su agenda en pro de las armas de fuego en EEUU.
“La comparación de que lo hicieron porque son trans es muy injusta para las personas trans”, dijo Segovia. “Ser trans no es toda la identidad de alguien”.
Cabe mencionar que, el pasado 27 de marzo, cientos de quejosos se concentraron en el Capitolio para derrocar el Proyecto de Ley de la Cámara de Representantes de 1686, el cual establece que los médicos tienen prohibido proporcionar atención médica de transición de género a menores.
Los activistas tienen temor a que su lucha se vea opacada por un hecho aislado, que puede estar motivado por alguna enfermedad; y no precisamente por su sexo, identidad o expresión de género.