Hipólito Mora se expresó en contra de la extorsión que sufrían los agricultores y productores de limón en Michoacán.
Hipólito Mora, uno de los últimos líderes de las autodefensas en México, fue enterrado junto a dos de sus fieles seguidores, y cualquier esperanza de reavivar el movimiento de resistencia civil armada a los cárteles de la droga probablemente murió con ellos.
El exlíder de las “autodefensas”, desde hace tiempo había dejado de ser una amenaza para el cártel que domina al estado de Michoacán, en el occidente de México, como quedó claro en la mortal emboscada en la que murieron él y tres de sus seguidores el jueves.
Aunque algunos indignados familiares hablaban de revivir el movimiento de campesinos armados que entre 2013 y 2014 expulsó a un cártel — solo para verlo sustituido por varios otros-, muchos dudaban que aquel heroico y trágico capítulo pueda repetirse.
“Creo que no se trata de revivir el pasado. Las circunstancias han cambiado, son distintas, y ya vimos como acabó todo el asunto”, dijo el reverendo Gilberto Vergara, uno de los sacerdotes que ofició el funeral masivo de Mora y sus seguidores Calixto Álvarez y Roberto Naranjo.
El propio Hipólito Mora reconoció que el movimiento de 2013 — en el que agricultores y ganaderos se unieron para resistir las constantes amenazas y extorsiones del cártel de los Caballeros Templarios — terminó infiltrado por miembros de otras bandas de narcotraficantes.
El cártel que ahora domina parte de Michoacán, conocido como Los Viagras o Cárteles Unidos, “es peor que los que estaban antes”, dijo Guadalupe Mora, hermano del líder fallecido.
“Si el gobierno y (el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez) Bedolla no hacen nada, hay posibilidades de que el pueblo se levante para agarrar las armas otra vez”, agregó.
Pero la mayoría de los presentes en el velorio de Mora temían demasiado a las represalias de los cárteles como para dar su nombre en declaraciones a la prensa.
“Él pensó en su pueblo, en su gente, y eso ninguno de nosotros lo va a hacer. Ninguno de nosotros vamos a hacer lo que él hizo con esa valentía”, dijo su hermana Olivia Mora entre lágrimas frente al ataúd.
Mora siempre se expresó en contra de la extorsión que sufrían los agricultores y productores de limón a manos de los cárteles, incluso después de que cientos de seguidores se redujeron a unos cuantos.
Una familiar, quien pidió que no se mencionara su nombre, dijo que la extorsión ha crecido tanto que algunos agricultores han dejado de lado sus negocios, y en ocasiones algunos locales se ven obligados a pagar el doble por productos básicos.
El poder de los cárteles del narcotráfico no ha hecho más que crecer en la última década. El reverendo Gregorio López, un sacerdote que no estuvo presente en el funeral, dijo que la política del presidente Andrés Manuel López Obrador de no enfrentar a los cárteles les ha permitido crecer.
“Los ‘abrazos y no balazos’, ha sido el mejor abono para hacer germinar la delincuencia organizada en todo el país”, afirmó.
El poder abrumador de los cárteles se podía ver en los impactos de bala que quedaron en las paredes del lugar en el que Mora y sus guardaespaldas fueron asesinados. La Fiscalía del estado de Michoacán señaló que Mora murió cuando hombres armados no identificados le cortaron el paso a los vehículos en los que viajaban él y sus guardaespaldas en una calle de La Ruana, su pueblo natal. Tras acribillar a balazos el vehículo del activista, le prendieron fuego y huyeron.
En una inspección forense realizada el viernes, las autoridades señalaron que las balas alcanzaron el vehículo de Hipólito Mora desde tres lados.
Los residentes compartieron un vídeo del atentado que deja entrever que los atacantes utilizaron una ametralladora y un fusil de francotirador para destruir la camioneta de Mora.
Cientos de residentes de La Ruana, situada en un cinturón agrícola de Michoacán, acudieron el sábado al funeral.
En el cementerio local, Mora y sus dos seguidores fueron sepultados al son del corrido de “El General” de Joan Sebastian cuya letra dice: “Soy general de hace un rato, y aunque ahora estoy lastimado, que nunca olvide la tropa que aún no me han sepultado”.
Un grupo de policías estatales permaneció fuera del cementerio para brindar la seguridad que nunca le dieron a Hipólito Mora.
A pesar de la conmovedora despedida, cada vez es más difícil incluso hablar en contra del dominio del crimen organizado, que fue lo que básicamente hizo Mora en sus últimos años mientras administraba su sembradío de limones.
Los cárteles parecen decididos a aplastar incluso a la resistencia no violenta. “El narco y el crimen organizado siempre van a querer quitar del medio lo que les estorba”, señaló Vergara
El momento de los movimientos de autodefensas quedó en el pasado”, añadió. “Las armas no nos sirven a nosotros. Los civiles no deben portar un arma. Creo que el gobierno tendría que hacer lo que le corresponde hacer”, agregó.
Esto parece poco probable dada la política del gobierno actual de tolerar al cártel de Los Viagras mientras repele una ofensiva del cártel Jalisco Nueva Generación por ingresar al estado. “Tienen que pelear con todos los carteles”, sostuvo Guadalupe Mora.