El proceso de sucesión del líder religioso es un asunto de tensión entre China, que busca interferir en la selección, y Occidente.
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El Dalai Lama no está pensando todavía en su reencarnación, dijo este lunes, añadiendo más incertidumbre sobre quién sucederá al monje octogenario mientras China presiona para ejercer influencia sobre el futuro del Tíbet y su liderazgo.
“Lo importante es que mientras viva debo utilizar todas mis energías para ayudar a tanta gente como pueda”, declaró el Dalai Lama, de 88 años, a un pequeño grupo de periodistas en la ciudad india de Dharamshala, donde el gobierno tibetano está en exilio.
Las preguntas sobre quién reemplazará al Dalai Lama son delicadas y enfrentan a China con naciones como Estados Unidos, que ha advertido a Beijing que no interfiera en el proceso. Los budistas tibetanos se están preparando para un período turbulento después de la muerte del Dalai Lama, incluida la posibilidad de múltiples sucesores.
Después de que China anexó el Tíbet en la década de los 50, el decimocuarto Dalai Lama y otros monjes huyeron a la India, donde viven como refugiados. China sigue ejerciendo un control considerable sobre el Tíbet y considera al Dalai Lama un separatista por su compromiso con una autonomía limitada para la región.