*Previo al arranque del proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno mexicano busca…
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CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Previo al arranque del proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno mexicano busca convencer a la administración estadunidense de Donald Trump que el libre comercio benefició a ambos países y no sólo a México, como lo sostiene el magnate desde que lanzó su campaña presidencial.
En un documento de 11 cuartillas entregado al Departamento del Comercio, el gobierno mexicano expone una serie de cifras, gráficas y datos para demostrar que “México es, por lejos, el mayor consumidor de productos estadunidenses cuando se ajusta por ingreso”, que el TLCAN fomentó la creación de empleos en el vecino país del norte, o que “Estados Unidos tiene un moderado déficit comercial con México”, entre otros.
El gobierno mexicano también reconoce que, en promedio, los mexicanos consumen dos veces más productos y bienes de origen estadunidense que los habitantes de Estados Unidos consuman productos mexicanos, y que en total 22.1% del PIB mexicano se gasta en importaciones de Estados Unidos, mientras apenas el 1.6% del PIB estadunidense se destina a importaciones de México.
En este documento, que dio a conocer hoy la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), el gobierno mexicano aseveró que “el déficit comercial de Estados Unidos es el resultado de factores macroeconómicos y no de las políticas comerciales”.
Una de las principales razones del déficit, insiste, recae en la poca recaudación de impuestos y en la irrupción de China en la Organización Mundial del Comercio, en el año 2000.
Igual asevera que México no subsidió industrias para ganar ventajas comerciales en el marco del TLCAN, y que el acuerdo “no sólo provee certidumbre a las empresas exportadoras de Estados Unidos respecto de las tarifas aduaneras, sino también les protege de un potencial incremento mayor de las aduanas en México”.
En la vitrina de los éxitos del libre comercio y de la integración regional, el gobierno mexicano ejemplifica con las industrias automotriz, electrónica, agrícola y energética. Respecto a esta último, recordó que “al igual que en muchos sectores, Estados Unidos tiene un surplus comercial con México de 11 mil 500 millones de dólares”.
El libre comercio permite a las empresas estadunidenses “especializarse e incrementar su productividad”, añade el documento, al abundar que sin sus manufacturas en México –donde la mano de obra resulta mucho más barata—, “no podrían competir en los mercados globales”.
Además sostiene que la agravación del déficit comercial de Estados Unidos con México entre 2013 a 2016 –pasó de 54 mil 600 millones a 63 mil 200 millones de dólares– no es mala noticia, pues se debe a la recuperación del sector manufacturero en ese país, lo que a su vez incrementó la demanda de productos intermedios ensamblados en México.
Además, si bien México y los mexicanos recibieron la mayoría de los ataques proteccionistas de Trump, el déficit de Estados Unidos con México se eleva a 12% respecto del volumen de comercio bilateral, muy por debajo de Irlanda o China, con las cuales el déficit rebasa el 60%.
Desde el arranque de su campaña, Trump repitió que, durante años, México se benefició del TLCAN en detrimento de los trabajadores de ese país.
El magnate vilipendió el déficit comercial de Estados Unidos respecto de México, y anunció que su administración obligaría a los demás socios a renegociar el acuerdo. De no encontrar una fórmula más benéfica para Estados Unidos, amagó con desaparecer el TLCAN.
El pasado 31 de marzo, Trump pidió por decreto al Departamento de Comercio que elaborara un informe sobre “la existencia de prácticas comerciales desleales y las causas de los déficits comerciales que presenta Estados Unidos”.
La dependencia abrió una convocatoria a todas las partes interesadas –entre ellas el gobierno de México– para que envíen sus comentarios sobre el tema. El próximo jueves 18, el gobierno estadunidense llevará a cabo una reunión pública para escuchar a las partes interesadas.
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