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La actual crisis de coronavirus requiere “políticas de tiempos de guerra”; no se descartan “acciones invasivas” por parte de los Estado para garantizar suministros clave, como preferir contratos públicos para insumos críticos y bienes finales, la conversión de industrias, incluso nacionalizaciones selectivas, expusieron un grupo de economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“La temprana incautación de máscaras médicas en Francia y la activación de la Ley de Producción de Defensa en los Estados Unidos para garantizar la producción de equipos médicos, ilustran esto. El racionamiento, los controles de precios y las reglas contra el acaparamiento también pueden estar justificados en situaciones de escasez extrema”, se consigna en uno de los documentos de difusión que genera el organismo.
Cuatro economistas del FMI consideraron que la pandemia del Covid-19 es “una crisis como ninguna otra”; y resulta en escenarios distintos a la de una guerra “por un mayor papel para el sector público” donde recae la responsabilidad de la recuperación.
En este contexto, aseguran que “si la crisis empeora” es previsible la expansión de grandes compañías estatales para cargar con empresas privadas en dificultades, tal como sucedió en los Estados Unidos y Europa durante los años treinta del siglo pasado en la llamada Gran Depresión.
La emergencia justifica una mayor intervención del sector público mientras persistan circunstancias excepcionales, pero debe proporcionarse de manera transparente y con claras cláusulas de expiración”, reza la propuesta de los integrantes del FMI.
También llama a priorizar que los trabajadores no pierdan sus empleos, los inquilinos y propietarios no sean desalojados, las empresas eviten la bancarrota y se mantengan las redes comerciales y comerciales.
Si bien, esto resulta más fácil de financiar para economías avanzadas, las emergentes y de bajos ingresos (como es la mexicana) se enfrentan a la fuga de capitales por lo que requerirían subvenciones y financiamiento de la comunidad global.
La propuesta de los integrantes del FMI subraya que a diferencia de otras recesiones económicas, la caída de la producción en esta crisis no está impulsada por la demanda; dado que es inherente a la medidas de distanciamiento social, único mecanismo para evitar que los contagios colapsen los sistema de salud global.
En este entorno, “el papel de la política económica no es estimular la demanda agregada, al menos no de inmediato”, subrayan. Por lo pronto se deben aumentar los recursos para la prueba y el tratamiento de Covid-19; mantener la atención médica regular, la producción y distribución de alimentos, la infraestructura esencial y los servicios públicos.
A lo que se debe sumar recursos en transferencia para personas que perdieron sus ingresos a raíz del Covid-19, tanto para trabajadores autónomos como para quienes quedaron sin trabajo. Y “si se otorgan transferencias o préstamos subsidiados a una gran corporación, deben estar condicionados a preservar los empleos y limitar la compensación del director ejecutivo, los dividendos y las recompras de acciones”.
También llaman a evitar el cierre de comercios, especialmente para artículos de salud y el libre intercambio de información científica. Así como generar un a política de apoyo para hogares, empresas y sector financiero que incluya medidas de liquidez y solvencia.
“Si las medidas para contener la propagación del virus son exitosas, el aumento necesario en el índice de deuda pública habrá sido considerable, pero es probable que las tasas de interés y la demanda agregada permanezcan bajas en la fase de recuperación”, estiman Giovanni Dell’Ariccia, Paolo Mauro, Antonio Spilimbergo y Jeromin Zettelmeyer, coautores del texto.