*En este texto de opinión, Sundar Pichai, CEO de Google, comparte en exclusiva en México para El Financiero cuál es su visión del futuro digital y cómo está trabajando la tecnológica para alcanzarlo….
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Durante mucho años, el escritor y emprendedor nigeriano Okechukwu Ofili sintió frustración por el tiempo que demoraba la industria editorial en publicar libros de autores locales. Esto generó una especie de ‘embotellamiento’ para los autores. Por ello, tomando como inspiración a los mototaxis okada de Nigeria –que pueden atravesar el tráfico de Lagos cuando es lento–, Ofill diseñó Okadabooks, una aplicación que permite a los africanos publicar fácil y rápidamente libros para smartphones. Ahora, los nigerianos pueden obtener 10 mil títulos con la aplicación, muchos de ellos a un precio menor que un viaje en una okada.
Como muchos fundadores de empresas, Ofili encontró una nueva solución a un viejo problema aprovechando la revolución del smartphone, que está transformando el mundo. Pero él también representa algo nuevo: un espíritu global de innovación tecnológica por el cual emprendedores locales enfrentan nuevos retos en lugar de esperar a que otras regiones lo hagan. Ofili —junto con muchos otros nigerianos, brasileños, indonesios e indios— es parte de una tendencia que está redefiniendo internet: “Construir para miles de millones”.
Construir para miles de millones significa diseñar una nueva tecnología, desde el inicio del proceso de diseño, para todos. Los usuarios de los smartphones están usando internet en formas radicalmente nuevas, y hay un gran potencial creativo e innovador que trata de resolver los problemas con la tecnología que tienen al alcance. El futuro de internet será escrito por gente como Ofili y por la gente para la que él está desarrollando. Hoy más que nunca, compañías tecnológicas como Google necesitan enfocarse en remodelar sus apps, servicios y plataformas al servicio de la mayoría del planeta.
Una década atrás, me interesé en la misión de construir una laptop de 100 dólares para cada niño en el planeta. En años recientes, parece que los smartphones comienzan a cumplir parcialmente la meta de hacer la tecnología más accesible. Android, el sistema operativo móvil de Google, alimenta mil millones de dispositivos activos.
Los smartphones, cuyo costo ahora es menor a los 100 dólares, tienen más batería que una laptop barata de hace diez años y con millones de aplicaciones disponibles para descargar. La búsqueda por hacer más asequibles los smartphones está lejos de terminar. Existe un gran potencial para crear teléfonos económicos que no sacrifiquen su calidad.
En Google, tenemos un equipo llamado Next Billion Users que viaja por el mundo para escuchar los problemas que experimentan las personas con internet y crear nuevas soluciones. Sus experiencias los han llevado a construir programas como Google Station, un modelo de conectividad mejorada que ya ofrece a millones de personas acceso a internet de alta calidad en más de 100 estaciones de ferrocarril indias.
Entretanto, hemos adaptado nuestras apps Search, Chrome, YouTube y Maps para trabajar con conectividades intermitentes o poco confiables, al reducir el consumo de datos o permitir que el contenido se obtenga sin conexión para uso posterior. Invertimos en hacer que más idiomas funcionen en smartphones usando código abierto, teclados flexibles, escritura a mano y voz, para que la gente no tenga que aprender inglés —o aprender a escribir— sino, nada más usar internet. Y estamos poniendo a prueba nuevas aplicaciones que sirven a las necesidades específicas de los nuevos usuarios de internet, incluyendo YouTube Go, la primera aplicación de video offline que puede utilizarse con baja o nula conexión.
Hoy existen 2.8 mil millones de usuarios de smartphones globalmente; para fines de año habrá cientos de millones más. internet se está volviendo verdaderamente global, y creemos que esto dará a desarrolladores de África, América Latina y el Sureste asiático un nuevo lienzo para su talento y emprendimiento. A medida que más personas accedan a internet por primera vez, deberemos preparar a más desarrolladores en esos países, ya que son ellos quienes estarán más cerca a las necesidades de los usuarios locales y quienes podrán construir mejores aplicaciones. Esto es bueno para el mundo.
Construir con restricciones como las que Ofili enfrentó brinda a los desarrolladores una ventaja en la carrera hacia la creciente tendencia de construir para mil millones de nuevos usuarios. No se trata sólo de expandir tecnologías familiares a nuevos lugares, sino de desarrollar nuevas cosas para el futuro.