* Los autores del libro Los buscadores rindieron homenaje a las familias que cargan en sus…
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CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los autores del libro Los buscadores rindieron homenaje a las familias que cargan en sus espaldas el dolor de la desaparición de sus seres queridos.
Según los periodistas, no todo está perdido en la sociedad mexicana. Queda esa esperanza que enseñan miles de familiares víctimas de desapariciones de hijos, madres, padres y hermanos, aseguraron los narradores de tan desgarradoras historias.
En la presentación del libro Los buscadores, en el marco de la XVIII Feria Internacional del Libro en el Zócalo capitalino, los reporteros de Proceso, José Gil y Marcela Turati, junto con los corresponsales en Veracruz, Guerrero y Morelos, Noé Zavaleta, Ezequiel Flores y Jaime Luis Brito, respectivamente, compartieron diversas anécdotas, pero también sus sentimientos al seguir de cerca la realidad que viven esos mexicanos adoloridos, pero esperanzados.
José Gil, también autor del libro Los brujos del poder, destacó que la esperanza debe construirse de manera colectiva, y los momentos políticos que vive el país, abundó, son una muestra de que la colectividad puede lograr cambios profundos en la sociedad mexicana.
“Los buscadores no deberían existir. Familias que van deambulando por todo el país, buscando a sus hijos, a sus seres queridos en los baldíos, en los cerros, en los lugares más insospechados tratando de encontrar un tirón de tela, huesos”.
En el foro Elena Poniatowska de la FIL, Marcela Turati dijo al público lector que de ser “reporteros normales, nos convertimos en reporteros de guerra, reporteros de fosas. Muchas familias nos han permitido este acompañamiento y hemos visto cómo se convierten en investigadores, van a las cárceles, a las procuradurías, recorren cerros. Se convierten en defensores de derechos humanos, pero también se convierten en peritos forenses”.
En la sesión de preguntas y respuestas, una mujer que perdió a sus hijos rompió en llanto y soltó: “A veces no nos damos cuenta de que estamos ante un problema social de una gran magnitud y está frente a las puertas de nuestra casa. A mí ya me sucedió, pero no quiero quedarme en mi casa a llorar infinitamente hasta el fin de mis días, quiero luchar, quiero gritar y que me escuchen”.
Añadió: “Somos miles de personas buscando en hospitales, centros de ayuda y en muchos lugares con un dolor a cuestas, pero lo seguiremos haciendo”.
Una persona del público preguntó a los periodistas cómo se rehacen al escribir historias desgarradoras.
“A veces nos preguntamos cómo le hacen las familias. Nosotros en particular no resistimos, nos sentimos mal, traemos estrés postraumático”, soltó José Gil.
Y Turati resaltó que una cura es aprender de la fe contagiosa de las familias, de su esperanza, de esos gestos de amor que comparten aquellos quienes buscan incansablemente.
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