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Más de 3 mil dan último adiós al sacerdote tsotsil Marcelo Pérez

jornada.com.mx

San Andrés Larráinzar, Chis. Al grito de justicia y alto al crimen organizado, más de 3 mil personas despidieron ayer al sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez, asesinado a balazos el domingo en San Cristóbal de las Casas.

El cuerpo del presbítero, originario de San Andrés Larráinzar, fue sepultado poco después del mediodía en el convento del templo de San Andrés ante la presencia del obispo emérito de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera, quien destacó el hecho de que la Fiscalía General de la República (FGR) haya atraído la investigación del caso.

Es un hecho muy significativo que a las 48 horas de que se cometió este crimen, ya lo asumió el poder federal para investigarlo. Eso es una intervención del cielo por los méritos y el amor que tuvo un hijo de Dios como el padre Marcelo por los pobres, por quienes arriesgó su vida, subrayó.

El ataúd color madera salió a las 9 de la mañana de la casa de los padres de Marcelo hacia el altar instalado frente al templo de San Andrés, donde ya lo esperaba una multitud. Viva el padre Marcelo y alto al crimen organizado, gritaron los asistentes. El padre Marcelo es un profeta, expresaron.

Sus familiares levantaron la tapa del féretro para quienes quisieran ver su rostro a través del cristal.

Muchos lloraron al despedirse, mientras le platicaban. Depositaban 50, 100 o 200 pesos en el canasto colocado para recibir donaciones. Miguel Pérez, de 74 años, padre del párroco, no se despegaba del ataúd, con una fotografía de su hijo, pegada al pecho.

El encargado de oficiar la misa en medio de una leve llovizna fue Raúl Vera, quien fungió como obispo coadjutor de la diócesis de San Cristóbal de 1995 a 1999 y actualmente preside el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), que fundó el obispo Samuel Ruiz.

El padre Marcelo se preocupó especialmente por los que sufrían y por las personas que eran dañadas en su dignidad en el trato injusto de autoridades o de personas abusivas, dijo Vera ante sacerdotes de las diócesis de San Cristóbal, Tuxtla Gutiérrez y Tapachula.

Los cuidaba de la gente abusiva, poderosa y que se siente dueña de la sociedad y de la tierra y que no le importa dañar la vida del prójimo para enriquecerse o adquirir mayor poder político. Eso es lo que él pagó. Su lucha por la justicia en bien de todas y todos los hijos de Dios es la consecuencia de su asesinato, destacó.

Al finalizar la misa, el ataúd fue llevado a la tumba y en medio del llanto de familiares y amigos fue sepultado. Que Dios bendiga a los que lo mataron, gritó uno de sus hermanos.

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