*Pese a las políticas antiinmigrantes tanto en Estados Unidos como en Europa, al fenómeno de…
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GUADALAJARA, Jal. (apro).- Pese a las políticas antiinmigrantes tanto en Estados Unidos como en Europa, al fenómeno de la migración “nadie lo puede parar”, apuntó el padre Alejandro Solalinde, activista y defensor de los derechos humanos.
El también postulado al Nobel de la Paz 2017, refirió que, a partir del 20 de enero pasado, cuando asumió Donald Trump la presidencia de Estados Unidos, “han seguido pasando los migrantes, no pasan en la misma cantidad, les cuesta más trabajo, se arriesgan más, pero siguen pasando”.
Igual consideró que los migrantes centroamericanos dan una gran lección de fe, esperanza y de valentía al enfrentarse a la violencia que se vive dentro del país, generada por el crimen organizado.
También insistió en que “con el miedo somos capaces de aceptar cualquier condición, aunque nos rebajen a una indigna subsistencia sometida al miedo”.
Además, dijo que “somos en realidad un territorio sembrado de miedo, pero también de sumisión, somos una sociedad que se nos ha despojado de todo, menos de esperanza”.
Enseguida calificó al Instituto Nacional de Migración como el “Instituto Criminal de Migración”.
“Tengo denuncias demasiado gravísimas en contra de ellos, perpetradas contra los migrantes”, recordó.
Mencionó que hace 13 años que comenzó su labor como activista no sabía nada sobre migración, pero en su trayecto se ha enfrentado a momentos difíciles, incluidos encarcelamientos y amenazas de muerte.
“Se los digo con sentido del humor ahora, pero cuando me pasaba todo eso y sentíamos la incertidumbre de todo lo que le iba a pasar a los migrantes, yo sufrí muchísimo y por supuesto he llorado de dolor, pero también de rabia y de impotencia cuando no se puede hacer justicia con estas personas migrantes”, comentó.
Luego recordó que temió por su vida cuando interpuso cuatro denuncias en contra de Los Zetas. “Tenía que hacerlo, y decía: ‘Ya mañana no voy a vivir’, pero después cuando estaba despierto (…) dije que tuve la experiencia de tenerlo todo y lo arriesgue todo, lo demás ya son horas extra, hay que disfrutarlas (…) por algo que vale la pena”.
Sus reflexiones surgieron durante la presentación de su libro Los migrantes del sur, el cual escribió en coautoría con la antropóloga social Ana Luz Minera.
Esta última de origen guatemalteco, pero formada en México mencionó que con el libro se busca “sensibilizar” y concientizar de la travesía que sufren los migrantes centroamericanos a quienes se les violan todos sus derechos humanos.
“Violaciones a niños, a mujeres, asesinatos, abusos de autoridad no deben ser considerados algo normal. Si hacemos como que esto no pasa, si nos hacemos los ciegos ante esta realidad, yo creo que nos convertimos en cómplices”, señaló Minera.
También refirió que existe un sinnúmero de migrantes que mueren, que son víctimas de tráfico de órganos y de personas, así como de secuestro y de extorsión, pero por temor o por ignorancia callan, y no denuncian.
Pidió que no se vea a los migrantes como “sinónimo de peligro”, pues son “seres valientes y con poder de resiliencia que ya quisiéramos mucho de nosotros”, dijo con la voz entrecortada.
Los presentadores del libro fueron Juan Guillermo López y la comunicadora Carmen Aristegui, quien leyó un fragmento del testimonio que recogió Minera sobre la trayectoria de Alejandro Solalinde.
Al concluir la presentación, el escultor Ismael Vargas regaló una réplica de su obra “Sincretismo” al clérigo.