CIUDAD DE MÉXICO.- En el sexenio de Enrique Peña Nieto las muertes provocadas por el virus de la influenza y por neumonía asociada con infecciones respiratorias agudas (IRA) prácticamente se duplicaron: pasaron de 15 mil 709 en 2012 a 28 mil 305 en 2018, según datos de la Secretaría de Salud.
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Los más de 28 mil decesos registrados en 2018 por esas enfermedades superan la cifra de 17 mil 519 personas que fallecieron por las mismas causas en 2009, año en que México comenzó a medir el impacto de la influenza en la salud de sus habitantes.
Tras la intensa campaña para detener la epidemia de influenza hace 11 años, la cifra de decesos por males respiratorios se redujo a 15 mil 606 casos en 2010 y a 15 mil 21 en 2011, pero a partir de 2012 –con 15 mil 719 muertes–, esa cifra no ha dejado de crecer: en 2013 la cifra se disparó a 17 mil 466; en 2014, a 20 mil 528; y finalmente a más de 28 mil en 2018.
En cuanto a casos de neumonía y bronconeumonía en 2019, la Dirección General de Epidemiología reportó hasta el pasado jueves 19 un total de 77 mil 191 reportes de personas con estos padecimientos, pero sin dar el número de fallecidos.
En el rubro de influenza estacional para el ciclo 2019-2020, que abarca del 29 de septiembre de 2019 al pasado jueves 19, el informe semanal señala que se han notificado 5 mil 757 contagios y 299 decesos.
Para el infectólogo Alejandro Macías, de la comisión especial de la UNAM para la investigación del covid-19, el creciente número de muertes por neumonía e influenza puede deberse a varios factores y no necesariamente a un incremento exponencial de este problema de salud pública.
Considera que puede tratarse de una mejor vigilancia epidemiológica o de la intensidad de la temporada de influenza estacional, sin que esto sea motivo de alarma.
Catálogo de riesgos
El Perfil Nacional de Riesgos elaborado por la Secretaría de Salud en 2018 ya incluía los brotes epidemiológicos de varias cepas de influenza y distintos tipos de coronavirus como parte de las amenazas para la seguridad del país.
Ambas enfermedades –que pueden provocar neumonía y un aumento repentino en el número de personas que mueren por estas causas– aparecen junto a sismos, inundaciones, erupciones volcánicas, incendios forestales y derrames tóxicos, entre otros.
“Las epidemias de gripe se repiten anualmente, durante el otoño y el invierno en las regiones templadas. La enfermedad es causa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos de alto riesgo (niños pequeños, ancianos y enfermos crónicos). Estas epidemias anuales causan unos 3 millones a 5 millones de casos de enfermedad grave y entre 250 mil y 500 mil muertes anuales”, señala el documento.
Sobre la posibilidad de una epidemia, el documento identifica de forma específica al MERS-Cov que surgió en Arabia Saudita en 2012, y a diferentes cepas de coronavirus, como el SARS-CoV o el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
“Los coronavirus son cosmopolitas, siendo más frecuentes en invierno y primavera. Pueden llegar a constituir 35% del total de las infecciones respiratorias altas; la reinfección es común y puede ocurrir a cualquier edad, aunque es más frecuente en los niños y ancianos”, explica el Perfil Nacional de Riesgo.
El documento fechado en diciembre de 2018 por los investigadores adscritos a la Unidad de Inteligencia Epidemiológica, Javier Montiel Perdomo y Ana Lucía de la Garza Barroso, afirma que el coronavirus humano más conocido, el SARS-CoV, “tiene una patogenia única, ya que infecta tanto los tractos superior e inferior de las vías respiratorias”, provocando neumonía en los casos más graves.
El perfil de riesgo sobre el coronavirus agrega que este tipo de enfermedad tiene una mortalidad de 1% por ciento en niños de uno a 14 años; de 6% en las edades comprendidas entre 15 y 44 años, de 15% para personas que tienen de 45 a 64 años; y de 50% para pacientes de 65 años o más.
Sin embargo, la mortalidad que el covid-19 ha mostrado hasta el momento es relativamente más alta, ya que su índice de letalidad ha variado de 2 a 3%, según los informes médicos de distintos países.
Sin embargo, el Perfil Nacional de Riesgos también advierte que los daños no se limitan sólo a la salud, sino que también pueden afectar el comportamiento de la sociedad.
“Los efectos de una amenaza de este tipo incluyen el desarrollo de un miedo latente que cambia el comportamiento de la sociedad, creando un aire de nerviosismo colectivo, la inseguridad y a veces desconfianza en los líderes políticos”, prevé el documento ante un escenario de pandemia.