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LUNES, 8 de enero de 2024 (HealthDay News) — Exponer a los bebés y a los niños pequeños a la televisión y otros medios digitales podría vincularse con un mayor riesgo de disfunción en lo que se conoce como “procesamiento sensorial”, advierte un estudio reciente.
Los niños con “procesamiento sensorial atípico” suelen ser hipersensibles al tacto, el sonido, el gusto o la apariencia de los estímulos de su entorno.
Por ejemplo, los niños pueden tratar de evitar la sensación de cierta ropa, el sabor de ciertos alimentos o actividades necesarias como lavarse el cabello.
Por el contrario, pueden buscar sensaciones (girar en el lugar, mirar fijamente las luces brillantes o los ventiladores de techo) en detrimento de otras actividades.
Las dificultades del procesamiento sensorial están altamente correlacionadas con otras afecciones psiquiátricas, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o el autismo. Alrededor de un 60 por ciento de los niños con TDAH tienen problemas con el procesamiento sensorial, al igual que alrededor de un 70 por ciento de los niños con autismo, señalaron investigadores de la Universidad de Drexel en West Reading, Pensilvania.
Observaron los datos de casi 1,500 niños pequeños a los que se dio seguimiento entre 2011 y 2023. Según el estudio, los que habían estado expuestos a televisores y DVD en los primeros tres años de vida eran mucho más propensos a tener síntomas de procesamiento sensorial atípico, en comparación con aquellos cuyos padres retrasaron esas exposiciones.
El estudio no pudo probar causalidad. Sin embargo, el equipo de Drexel teoriza que el tiempo frente a la pantalla de los niños podría reducir “el juego significativo y las interacciones sociales, lo que puede tener implicaciones significativas para el desarrollo del procesamiento sensorial típico y el nivel general de la función diaria”.
El estudio fue dirigido por la Dra. Karen Heffler, profesora asociada de psiquiatría en Drexel, y se publicó en la edición del 8 de enero de la revista JAMA Pediatrics.
El procesamiento sensorial atípico puede alterar seriamente la calidad de vida y el desarrollo de los niños afectados. “Los que tienen sensibilidad sensorial y evitan las sensaciones podrían sentirse tan abrumados por el ambiente que tienen más dificultades para aprender de las personas que los rodean”, explicó el equipo de Heffler.
Los cuidadores también se ven afectados, ya que las dificultades del procesamiento sensorial de un niño interfieren “con la participación de los miembros de la familia en el trabajo, la familia y las actividades de ocio”, añadió el equipo.
¿Podrían los altos niveles de tiempo frente a la pantalla en los primeros años de vida contribuir a un procesamiento sensorial atípico?
Para averiguarlo, el equipo de Drexel observó los datos de 1,471 niños inscritos al nacer (entre 2011 y 2014) en el Estudio Nacional de Niños de EE. UU. Como parte del estudio, se preguntó a los padres sobre los niveles de exposición de los niños a los medios digitales a las edades de 12 meses, 18 meses y 24 meses.
Los medios de comunicación en este estudio se limitaron a ver televisión y DVD. Sin embargo, los investigadores creen que sus hallazgos pueden tener relevancia para otras formas de medios digitales.
A los 18 meses de edad, alrededor del 11 por ciento de los padres dijeron que sus hijos no veían televisión ni DVD, alrededor del 48 por ciento dijeron que veían alrededor de una hora de esos medios por día, el 18 por ciento dijeron que sus hijos veían dos horas por día, y poco más del 8 por ciento dijeron que su hijo veía de tres a cinco horas diarias.
Los investigadores también utilizaron un cuestionario estándar para padres para evaluar el procesamiento sensorial en niños a la edad de 33 meses.
El equipo de Heffler encontró que los niños que veían cualquier cantidad de televisión o videos al día a los 12 meses de edad tenían el doble de probabilidades de tener problemas con el “registro bajo” (no responder adecuadamente a los estímulos de su entorno), en comparación con los niños que no habían tenido exposiciones tan tempranas.
A los 18 meses, los niños que tenían una mayor exposición a las pantallas tenían un mayor riesgo de un bajo registro, así como de conductas relacionadas con la evitación de sensaciones.
A los 24 meses, pasar más tiempo mirando pantallas se vinculó con unas probabilidades más altas de buscar sensaciones, sensibilidad sensorial y evitar sensaciones, mostró la investigación.
¿Qué pasa? El equipo de Heffler apuntó a investigaciones anteriores sobre imágenes cerebrales que mostraron cambios neurológicos entre los niños con una exposición alta a las pantallas, y entre los que tenían problemas de procesamiento sensorial atípicos.
Basándose en los nuevos hallazgos, los autores del estudio se preguntan si las exposiciones tempranas a los medios digitales también podrían tener un rol en los cambios cerebrales observados en los niños con autismo.
“En la medida en que el tiempo frente a las pantallas podría aumentar el riesgo de síntomas de TEA [autismo], los hallazgos actuales plantean la posibilidad de que el tiempo frente a las pantallas pueda hacerlo al afectar al desarrollo sensorial”, escribió el grupo de Heffler.
En cualquier caso, hubo un lado positivo en los hallazgos: los padres pueden controlar la cantidad de tiempo que los bebés y los niños pequeños pasan mirando las pantallas.
“La capacitación y la educación de los padres son clave para minimizar, o incluso evitar, el tiempo frente a las pantallas en los niños menores de 2 años”, señaló en un comunicado de prensa de la universidad el autor principal del estudio, David Bennett, profesor de psiquiatría de la universidad.
“Abogamos por una mayor adherencia a las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) de evitar ver pantallas en niños menores de 18 a 24 meses”, escribieron Heffler y sus colaboradores en el estudio.
Más información
Encuentra más información sobre el trastorno del procesamiento sensorial en la Academia Estadounidense de Médicos de Familia (American Academy of Family Physicians).
FUENTE: JAMA Pediatrics, 8 de enero de 2024; Universidad de Drexel, comunicado de prensa, 8 de enero de 2024