*El poder de compra de los salarios se convirtió en el claro perdedor en el repunte inflacionario que se inició con el año…
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El poder de compra de los salarios se convirtió en el claro perdedor en el repunte inflacionario que se inició con el año, a partir del incremento del precio de los combustibles y el efecto de la depreciación del peso frente al dólar en el costo final de bienes y servicios, muestran datos oficiales.
Por quinto mes consecutivo, en mayo el aumento promedio de los salarios contractuales fue inferior a la inflación acumulada en los 12 meses precedentes. En la práctica, el alza del ingreso de los trabajadores fue menor al repunte que registraron los precios, según datos del Banco de México (BdeM).
Hasta diciembre pasado, los incrementos salariales superaron la inflación. Incluso, en los primeros cinco meses de 2016 el ingreso de los trabajadores repuntó al doble de lo que lo hicieron los precios. Ello permitió un aumento del poder de compra y, de esa manera, un fortalecimiento del consumo en el mercado interno, uno de los motores de la economía en el pasado par de años.
En mayo de 2017 el incremento de los salarios contractuales fue, en promedio, de 4.8 por ciento, de acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Esa alza fue insuficiente para resarcir la inflación de los 12 meses precedentes, que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía se situó en 6.16 por ciento. Con ello el poder de compra tuvo una caída real de 1.30.
Lo ocurrido en mayo confirma una tendencia iniciada con el gasolinazo del primero de enero pasado, cuando el gobierno federal decidió liberar el precio de los combustibles, lo cual, en la práctica, se tradujo en un incremento de 24 por ciento en el precio que pagan los consumidores por gasolina y diésel.
En enero de este año, el alza promedio de los salarios contractuales fue de 4.14 por ciento, mientras la inflación de los 12 meses precedentes se situó en 4.72.
A partir de ahí la brecha entre salarios y precios se fue ampliando, según los datos del BdeM.
En febrero los salarios contractuales tuvieron un aumento de 4.55 por ciento, con una inflación en los 12 meses precedentes de 4.86; en marzo, el incremento salarial fue de 4.69 y la inflación anual de 5.35; en abril, mientras las negociaciones contractuales se saldaron en 3.91 por ciento, los precios repuntaron 5.82 a tasa anual, de acuerdo con la información oficial.
En contraste, en diciembre de 2016 el aumento promedio de los salarios contractuales fue de 4.14 por ciento, con una inflación anual de 3.36.
Efectos del desgaste salarial
En el pasado par de años, el repunte del gasto en consumo, impulsado por la recuperación de los salarios, que crecían más que la inflación, fue uno de los factores que contribuyeron al desarrollo de la economía.
“La tasa de crecimiento promedio anual del consumo privado en 2015 fue de 2.7 por ciento y para 2016 aumentó a 3.2. Entre otros factores, la evolución positiva del consumo privado fue impulsada por el crecimiento del salario real –arriba de la inflación– que se registró en esos años, como fue el caso del salario medio de cotización de los trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social”, explicó BBVA Research en su estudio Situación México, correspondiente al segundo trimestre de 2017.
En 2015 y 2016, abundó, el consumo privado tuvo una importante contribución con el crecimiento del producto interno bruto.
Diversos factores recientes han afectado el consumo privado. Uno de éstos ha sido el incremento de la inflación interanual, pues pasó de 3.4 por ciento en diciembre de 2016 a 5.4 ciento en marzo de 2017 (y 6.16 en mayo). Esta mayor inflación ha hecho que el salario real registre tasas de crecimiento reales negativas. Es decir, consideramos que el menor ingreso real de los trabajadores propiciará un menor ritmo de expansión del consumo privado a lo largo de 2017, expuso BBVA Research.
En lo que va del año, el promedio de las negociaciones alcanzó 4.5 por ciento, con una inflación de 6.16 por ciento al quinto mes de 2017.