¿Qué tan saludables son las tortillas y panes que comemos?

*México, por consiguiente, es un país de obesos; los niños y adultos en esta condición ocupan un nada honroso primer y segundo lugar mundial, respectivamente, según datos de la ONU…

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CIUDAD DE MÉXICO.

México es un país amante de los tacos, las tortas y de todo lo que incluya harina en sus ingredientes. México, por consiguiente, es un país de obesos. Los niños y adultos en esta condición ocupan un nada honroso primer y segundo lugar mundial, respectivamente, según datos de la Organización de las Naciones Unidas.

Dicha gordura no es sinónimo de buena alimentación, sino todo lo contrario. Un estudio llamado Harina de otro costal, realizado por la fundación internacional Changing Markets, en colaboración con investigadores independientes, dio a conocer que los grados de anemia y falta de hierro en los mexicanos son alarmantes.

Y mucho de ello, según Vanessa de la Cruz, Doctora en Ciencias de la Nutrición por la Universidad Veracruzana y colaboradora del proyecto, tiene que ver con el tipo de harinas que se consumen.

Éstas suelen producirse con muy bajo contenido nutrimental y se descubrió que la estructura química del hierro que contienen estos productos, ‘bloquean’ la absorción de nutrimentos de los otros alimentos con que se acompañan. Si a esto se le suma que son ingeridos en exceso, se entiende perfectamente que ello provoque daños considerables en la salud.

Según el informe, en México dichas consecuencias son sufridas en mayor medida por mujeres en etapa reproductiva. Por eso, el panorama de los hijos que pudieran tener es preocupante.

“En los bebés, por ejemplo, suele manifestarse como riesgo de muerte o prematurez al nacer, un sistema inmune débil, talla baja. Y si ello no se detecta y corrige antes de los dos años de vida, puede ser irreversible”, asegura de la Cruz.

LOS NUTRIMENTOS QUE SE PERDIERON EN EL CAMINO
Una alternativa que ha funcionado en otros países, y que se ha implementado ya en México, es el de la fortificación de dichas harinas con ácido fólico, hierro y zinc. Sin embargo, su aplicación actual aquí dista mucho de ser lo que fue al inicio de la estrategia.

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Hace años las autoridades obligaron a las fábricas que las producían a fortificarlas al 100 por ciento. Y así lo hicieron.

Los empaques de estos productos fueron debidamente señalizados y, según los reportes de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), todo marchaba bien. Luego las empresas gradualmente fueron bajando esas proporciones y, en 2015, llegaron a la dramática cifra de 30 por ciento.

De acuerdo con Alice Delemare, activista adscrita a Changing Markets, los resultados del informe indican que hay numerosos vacíos gubernamentales en la materia.

“Encontramos que la supervisión de la COFEPRIS es insuficiente. Sus evaluaciones son cada vez menos confiables, abarcadoras y transparentes. Hace falta establecer hasta dónde llegan sus responsabilidades al realizar este monitoreo en las harinas, así como las sanciones que se deben aplicar una vez que se detecten fallas”, explica Delemare.

EL DERECHO A TENER MEJORES HARINAS
Por eso es que la parte final de Harina de otro costal va más allá de la crítica, y se enfoca en las propuestas. El equipo que realizó el estudio dirige estas recomendaciones, principalmente, al gobierno mexicano.

En el documento sugieren clarificar qué dependencias oficiales son responsables de esta materia, así como destinar suficiente presupuesto y recursos humanos para el monitoreo de calidad de las harinas.

“Cada mexicano consume cerca de 62 kilos de tortillas al año, por mencionar sólo un ejemplo. Eso es mucho y, por lo tanto, en tanto el Estado no se empeñe en que la situación mejore, la obesidad seguirá siendo un problema de salud pública que podría empeorar dramáticamente”, asegura Vanessa de la Cruz.

                                                         
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