*En México, 70 por ciento de personas está de acuerdo en que un paciente con enfermedad terminal debería tener…
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En México, 70 por ciento de personas está de acuerdo en que un paciente con enfermedad terminal debería tener la opción de decidir adelantar su muerte y que las leyes deben cambiar para que ello sea posible. A pesar de que la eutanasia se contrapone con las creencias católicas, 69 por ciento de quienes profesan esa religión apoya esa alternativa para el final de la vida. Así lo reveló la encuesta nacional realizada por la Asociación Por el Derecho a Morir con Dignidad (DMD).
La investigación, realizada mediante entrevistas a más de 4 mil personas en el país, también identifica las diferencias sobre el tema, según el nivel de escolaridad y el lugar de residencia. Setenta y nueve por ciento de individuos con nivel profesional y posgrado acepta la opción de anticipar la muerte, incluso la propia, si tiene algún padecimiento incurable, contra 56 por ciento de encuestados con estudios de primaria.
De los individuos que viven en áreas urbanas, 73 por ciento acepta la alternativa de la eutanasia, contra 54 por ciento de los que habitan en zonas rurales. La pluralidad de opiniones de los mexicanos también quedó de manifiesto según la región de la República donde se encuentren.
Mientras 82 por ciento de habitantes de Ciudad de México estuvo de acuerdo con la posibilidad de adelantar la muerte, en la zona centro 75 por ciento tuvo la misma opinión, 69.7 en el norte, 67.9 en el occidente y 55.7 por ciento en la región sur-sureste.
Ayer, la agrupación civil realizó un coloquio sobre el tema, en el que participaron especialistas de los pocos países del mundo donde la eutanasia es legal. Entre ellos, Rob Jonquiere, director de la Sociedad Holandesa por el Derecho a Morir. Comentó que desde 2002 se alcanzó el consenso entre los políticos de su país para legalizar la eutanasia. No obstante, se tuvo que trabajar con los médicos, porque la muerte anticipada va contra su formación. Muchos piensan que cometen un crimen si ayudan a sus pacientes a morir. En realidad, dijo el especialista, se trata de un acto de amor y solidaridad cuando no existen opciones para una vida digna y cuando se han agotado las posibilidades terapéuticas.
Esto no implica sólo librarlos del dolor que muchas enfermedades provocan en fase terminal, como el cáncer, sino de aquellos casos en que los pacientes quedan con secuelas graves e irreversibles que los obligan a depender físicamente de otros, explicó Asunción Álvarez del Río, investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México e integrante de DMD.
Sobre la situación en México, la especialista comentó que la Ley de Voluntad Anticipada de Ciudad de México (2008) y la reforma a la Ley General de Salud de 2009, que estableció las directrices anticipadas
, representaron un primer paso, pero se limitan a que los enfermos terminales puedan rechazar tratamientos innecesarios.
También se aplica para que personas sanas determinen de manera anticipada la forma en que quieren ser tratadas médicamente, si es el caso y ellas no lo pueden decir en ese momento.
Álvarez del Río opinó que hace falta despenalizar la eutanasia, con lo cual los médicos podrían aplicar una inyección a sus pacientes en las condiciones ya mencionadas sin temor a ir a la cárcel.
Otra es el suicidio asistido, mediante el cual los profesionales de la salud pueden recetar el medicamento para que el paciente se lo administre.
Recordó que en unos 18 estados de la República existen leyes de voluntad anticipada, aunque se contraponen a los códigos penales, los cuales sancionan la falta o negación de atención médica a los enfermos.
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