*Una nueva disposición militar, el Instructivo para el Control y la Seguridad de Prisiones Militares…
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CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Una nueva disposición militar, el Instructivo para el Control y la Seguridad de Prisiones Militares, incluye desde hace dos semanas la revisión exhaustiva, incluido el desnudo, a niños que acuden a la visita familiar.
Para poder hacerlo, se obligó a los militares presos que enfrentan procesos penales militares o cumplen sentencia, a firmar una autorización, que ha provocado la indignación de los internos y sus familias.
Con el nombre de “Consentimiento válidamente informado de revisión”, el documento cita un procedimiento en cuyo presunto articulado se establece que toda persona que desee entrar a una prisión militar deberá someterse a una revisión corporal y de sus prendas. Luego continúa:
“Otorgo mi consentimiento para la realización de los procedimientos de revisión (…) y en caso de que pretendan ingresar menores de edad, se me ha hecho del conocimiento que el menor o la menor serán revisados en su persona y prendas”.
En las líneas siguientes, especifica que la revisión se realizará al entrar y salir de las instalaciones.
El documento que obligaron a firmar a los internos es para que den su consentimiento a la política de revisión cada vez más exhaustiva y que ahora incluye a los menores. No tiene numeración ni sellos institucionales, pero lleva además de la firma del interno, la de otros dos internos que rubrican como “testigos” de que aquel dio su autorización de manera informada.
Enclavada en el Campo Militar Número Uno, la prisión militar es invulnerable, cuenta con numerosos policías militares en vigilancia continua y, hasta mediados de marzo, las familias entraban sometiéndose a una revisión sencilla que de repente cambió: ahora, las mujeres también son obligadas a desnudarse y hacer sentadillas.
La prisión es dirigida por el general José de Jesús Díaz Núñez, quien de acuerdo con militares consultados, mercantiliza su desempeño al frente de la prisión, particularmente, por la prohibición a familiares de internos para que lleven alimentos, pero que “el casino”, o sea, la cafetería-súper del lugar, suministra a costos estratosféricos sin rastro documental.
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