Científicos explican que las consecuencias pueden ser a largo plazo, especialmente con el tritio, el único isótopo radiactivo que no puede eliminarse de los desechos de la planta nuclear que terminan en el océano.
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TOKIO (France 24).– El 24 de agosto de 2024 se cumplió el primer año desde que la compañía japonesa Tokyo Electric Power Company (TEPCO) comenzó a descargar al mar las aguas contaminadas de la planta nuclear de Fukushima. Y desde entonces, la gran preocupación era si el océano podría contaminarse con sustancias radiactivas.
El 11 de marzo de 2011, tres reactores de esta planta quedaron destruidos por un terremoto de magnitud 9 y por un tsunami que hubo después. Uno de los problemas es que se comenzó a derretir el combustible con el que trabajaba la planta nuclear y, para enfriarlo, la compañía bombeó agua subterránea y agua lluvia.
Desde entonces, esa agua contaminada con restos radiactivos se acumula en 1.000 tanques dentro de la misma planta nuclear de Fukushima. El 13 de abril de 2021, el Gobierno japonés anunció que descargaría dicha agua al mar, después de tratarla con un sistema avanzado de procesamiento de líquidos, conocido como ALPS, por sus siglas en inglés. Y finalmente, el vertimiento comenzó el 24 de agosto de 2023.
Desde entonces y hasta el 7 agosto de 2024, ha habido ocho descargas. En cada una de ellas, liberan 7.800 metros cúbicos del agua tratada y TEPCO explicó que han vertido 62.400 metros cúbicos de la planta nuclear al mar. Esto es menos del 5% de los 1,3 millones de toneladas de agua que tienen recolectada y, de hecho, la compañía ha advertido que es una operación que tardará por lo menos 30 años.
Tritio: componente que no se elimina al tratar el agua
Las preocupaciones ambientales se concentran en el único isótopo radiactivo que no se puede eliminar después de tratar el agua sino que únicamente se disminuye: el tritio. El Gobierno japonés explica que con el proceso ALPS, diluyen el agua concentrada más de 100 veces inyectando agua de mar antes de tirarla al océano y, sostiene, que eso disminuye la cantidad de tritio a una cuadragésima parte.
Sin embargo, aun con pequeñas cantidades, el tritio puede tener efectos, como lo explica María Florencia Ferreira, una bióloga marina en el área de ecotoxicología, quien estudia cómo este puede impactar al medio ambiente. Como investigadora postdoctoral de la Universidad de Plymouth ha estudiado puntualmente el caso de la planta nuclear de Fukushima y publicó un artículo académico al respecto en marzo de este año.
Ella le dijo a France 24 en Español que el tritio es un isótopo radiactivo del hidrógeno que emite energía que puede producir daños cuando hay un contacto directo. Su tiempo de vida media es de 12 años, lo que significa que durante ese tiempo puede emitir energía.
Ferreira explica que esa energía puede afectar la biodiversidad marina. “Sabemos que hay algunos invertebrados, como moluscos o incluso las larvas, que se ven altamente afectados con presencia del tritio porque afectan las células que se están desarrollando y pueden generar malformaciones o cambios en la movilidad por cambios en el desarrollo de la musculatura, por ejemplo”, señala. Depende de la especie que se evalúa y aclara que hacen falta muchos estudios porque la mayoría se enfocan en los modelos más conocidos.
Hong Kong veta productos marinos de Japón
En el caso de los humanos, dice que el consumo del tritio a través, por ejemplo, de peces que estén contaminados con ese isótopo radiactivo, puede generar un daño genético “porque las células tienen material genético que se puede dañar con la energía del tritio y generar un desbalance dentro del organismo”.
De hecho, desde que comenzó el vertimiento de las aguas de Fukushima, Hong Kong prohibió importar productos de mar de 10 prefecturas japonesas y la restricción la mantienen hasta hoy. En paralelo, desde el 23 de agosto de 2023 al 23 de agosto de 2024 tomaron muestras de 78.800 productos japoneses para revisar si superaban los niveles de contaminación radiactiva permitidos. Pero todos pasaron la prueba, según los datos del Centre for Food Safety, el organismo hongkonés encargado de ello.
Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) estudia los niveles de tritio en cada descarga que hace TEPCO y en los ocho estudios afirmó que dicho isótopo radiactivo está por debajo de los límites que se puso Japón de 1.500 bequerelios por litro; aunque el OIEA no publica los datos de cuánto tritio se encontró concretamente. Por otro lado, es necesario aclarar que esos límites operativos están muy por debajo de los que pone la Organización Mundial de la Salud para considerar que el agua se puede consumir, pues los límites de la OMS son de 10.000 bequerelios por litro.
Aun así, podría haber consecuencias con el paso de los años. “En este momento, con la información que tenemos, esos límites son seguros. Pero eso es hoy, el problema es qué pasa a largo plazo porque sabemos que algunas especies pueden bioacumular tritio en el organismo y eso, a lo largo de la cadena alimentaria, se puede magnificar; es decir, que la cantidad de tritio se puede ver aumentada”, explicó Ferreira.
A la falta de conocimiento sobre qué puede pasar con el tritio a largo plazo, se suma que los estudios que se han hecho hasta ahora sobre su comportamiento en animales y en humanos se han hecho por lo general en situaciones controladas de laboratorio y no en el campo directamente, según informó Ferreira.
Pero lo que sí ha probado la ciencia es que problemas ambientales ya existentes pueden empeorar las consecuencias del tritio. Por un lado, el calentamiento de los océanos le pone una presión adicional a la biodiversidad marina que estará afectada por la radiactividad. Por otro lado, cuando el tritio se une con los microplásticos que hay en el agua, ese isótopo puede durar más tiempo dentro de los organismos, como lo indicó Ferreira.
Aun así, Ferreira considera que la liberación controlada del agua de la planta de Fukushima es la forma más segura que se conoce hasta ahora para poder deshacerse del líquido, ya que el desastre podría aumentar si otro terremoto destruye los tanques que almacenan el agua contaminada hoy y ese líquido se libera sin siquiera tratarlo. Esto provocaría no solo que se liberen más cantidades de tritio, sino todos los componentes radiactivos que se eliminan en el tratamiento actual.
Lo que sí propone Ferreira es que se hagan monitoreos constantes para poder evaluar las consecuencias que deja el tritio a largo plazo.