*Investigadores del Centro trabajan, en conjunto con técnicos de la Conanp, en la recuperación de arrecifes de coral en su segunda fase…
Investigadores del Centro Universitario de la Costa (CUCosta), de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en conjunto con la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conanp), iniciaron la segunda fase de los trabajos de recuperación de los arrecifes de coral en el Parque Nacional Islas Marietas, que resultó dañado por el exceso de turistas.
Los especialistas continuarán con las tareas de restauración en la zona, gracias a que lograron rescatar poco más de una hectárea de comunidades coralinas luego del periodo en que la “Playa del Amor” –también conocida como “Playa Escondida”– fuera cerrada de manera temporal al turismo en 2016, debido al deterioro ecológico que presentaba.
Ambas instancias firmaron un convenio de colaboración con el objetivo de dar seguimiento a las labores realizadas por los académicos en cuatro sitios específicos de Islas Marietas, y para evitar que otras se degraden.
El nuevo plan de trabajo prevé ampliar la restauración en los cuatro puntos rescatados y agregar la zona llamada como “El Amarradero”, que presentaba ciertas condiciones de deterioro y que es uno de los lugares populares para la práctica del esnórquel, afirmó el doctor Amílcar Cúpul Magaña, investigador del CUCosta y uno de los responsables del proyecto.
“Es darle seguimiento a este proceso de restauración y ubicar otra zona más para que se lleve a cabo la visita de turistas, para quitarles presión a los sitios ya conocidos”, explicó.
Añadió que la segunda fase del trabajo en Islas Marietas es apenas el inicio de un periodo de al menos cinco años en los que los investigadores deben de monitorear y dar seguimiento al parque, a fin de asegurarse de que los corales permanezcan en las condiciones adecuadas o intervenirlos en caso de que se presente algún otro fenómeno natural que los dañe.
Durante el periodo de restauración que los especialistas realizaron de mayo a diciembre de 2016, hicieron la limpieza de la basura en el lugar, además del “sembrado” de corales, una técnica científica probada con éxito en otras zonas protegidas del país.
Este sistema aprovecha la reproducción asexual de los corales, una característica que permite que estos organismos crezcan por sí mismos sin necesidad de células sexuales.
“Un mismo fragmento genera una especie de clon y forma otra colonia con las mismas características que las que le dieron origen”, dijo Cúpul Magaña.
De los dos mil pedazos de coral que recolectaron del fondo marino, utilizaron los 200 mejores para incrustarlos en los esqueletos de corales muertos o en algunos huecos de rocas que pegaron cuidadosamente con una cinta, en los cuatro sitios.
Del total de fragmentos colocados, 95 por ciento sobrevivió y 80 por ciento logró fijarse en el lugar donde fueron depositados. En promedio, lograron recuperar poco más de una hectárea de cobertura de coral.
“Puede parecer poco, pero es un trabajo difícil y largo, que requiere de un monitoreo constante. No es nada más llegar y sembrarlos, sino que hay que monitorear su condición, su crecimiento, que no se desprenda o se salga de la cintilla por efecto del oleaje y si fue así, es necesario buscar otro fragmento, colocarlo ahí y volver a empezar el trabajo”, agregó el académico.
Gracias a este trabajo, los especialistas rescataron la zona de entrada a la “Playa del Amor”, que presentaba mayor daño debido a que los turistas rompían accidentalmente los corales.
“El acceso a la ‘Playa del Amor’ se está recuperando bastante bien, porque ya no tiene la misma carga de visitantes, ya no hay actividad en el sitio y está empezando a mejorar en cuanto a su condición”, concluyó Cupul Magaña.