La Organización Panamericana de la Salud advirtió que la violencia física y sexual contra las mujeres sigue siendo una crisis de salud pública en la región, con impactos graves en la salud mental, reproductiva y en el riesgo de VIH, y urgió a mejorar la atención médica posterior a las agresiones.
jornada.com.mx
Ciudad de México. En las Américas, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja a lo largo de su vida, plantea la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que destaca también que, lamentablemente en la región, muchas mujeres “inician su vida sexual activa con un acto forzado o no deseado”.
En el documento Herramienta de evaluación rápida para mejorar la atención a mujeres sobrevivientes de violencia sexual, advierte que quienes han experimentado abuso físico o sexual tienen 1.5 veces más probabilidades de contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Asimismo, 16 por ciento tiene más posibilidades de tener un bebé con bajo peso al nacer, así como más del doble de probabilidades de sufrir depresión en comparación con las mujeres que no han sufrido estas agresiones.
En las Américas, “donde las tasas de violencia sexual y física siguen siendo elevadas, la atención posterior a una violación, brindada de manera oportuna y compasiva, es fundamental para prevenir embarazos no deseados, el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, así como para proteger la seguridad y el bienestar de las sobrevivientes”, refiere el documento.
Mejorar la atención de los servicios de salud, clave
El análisis, que busca mejorar la manera en la que los servicios de salud responden a estas emergencias y la atención posterior brindada a las mujeres víctimas de violación, destaca que las agresiones sexuales afectan la salud sexual, física, mental y reproductiva de las víctimas, y por ello, las sobrevivientes utilizan estos servicios con mayor frecuencia.
“El sistema de salud desempeña un papel importante tanto en la respuesta a las violencias de género como en su prevención. El personal puede ayudar a identificar el abuso de manera temprana, brindar atención de calidad a las sobrevivientes y remitir a las mujeres a otros servicios de apoyo esenciales”.
Detalla que debido a que los servicios sanitarios suelen ser el primer punto de contacto profesional para ellas y actúan como puerta de entrada a a otros, “es fundamental que esta interacción sea positiva e incluya un apoyo de primera línea, empático, sin prejuicios y que no revictimice, además de brindar atención clínica de buena calidad.
La herramienta ofrece al sector de salud pública de la región un “instrumento práctico y basado en evidencia para evaluar los servicios en salas de emergencia y clínicas, identificar brechas críticas en la atención posterior a una violación y fortalecer la respuesta del personal de salud ante uno de los desafíos de salud pública y derechos humanos más generalizados de la región.”
Asimismo, la OPS asevera que permitirá a los países traducir los compromisos regionales sobre violencia contra las mujeres en mejoras concretas en los establecimientos de salud, midiendo de qué forma los servicios responden a las necesidades de las sobrevivientes y orientando los próximos pasos para fortalecer la atención.







